De día, muy temprano al amanecer los nítidos rayos del sol acarician mi rostro, juegan con mi pelo y tocan mis hombros de esa forma q me hace estremecer, mejor dicho, de la manera en la que tú lo sueles hacer.
Por la tarde este extraño órgano palpita cada vez más fuerte y más punzante, pues las sombras que atrae el viento adoptan tu inkietante figura, se posan delante mio sádicamente para recordar mi desdicha, y susurran con tu mismísimo timbre de voz provocando revolotear mis tristezas y sinsabores.
Por la noche, mis recuerdos susurran letanías de luto por tu pronta venida y al recostarme en mi triste lecho la melancolñia akeja este insensible órgano, mientras él, vuelve este líkido escarlata en azufre hirviente, lastima mi antes insensible cuerpo y tortura mi insolente ser... Uno al tiempo tooodo mi cuerpo suplica ávidamente: Regresa amado mio!